Cuando María Victoria Alcaraz fue elegida para estar al frente del Teatro Colón, en el 2016, se puso el objetivo de acercar públicos cada vez más diversos. Por las salas el Teatro desde entonces comenzaron a sucederse los más variados eventos. Hubo una colonia de vacaciones en verano. Se acercaron chicos de seis años en adelante… pero aún le parecía que se podía hacer más.
Armaron una propuesta de actividades en vacaciones de invierno para chicos en la primera infancia, de menos de 6… pero aun creía que se podía hacer más.
¿Y los bebés? Pensaba. Entonces se le ocurrió esta idea, inspirada de algún modo en el Covent Garden de Londres, que dentro de su teatro tiene actividades para niños menores de dos años.
"La propuesta es para jugar y para que las sensibilidades empiecen a desarrollarse vinculadas al arte y a la música que hacemos en el Colón. Nos interesa trabajar con eso. Que sean actividades que puedan despertar creatividad, porque eso sirve para el juego, para la personalidad, para la vida e incluso puede despertar alguna vocación", dice María Victoria Alcaraz, que es además la primera directora mujer del Colón.
Mientras habla, en una silla ubicada junto a la orquesta en el Salón Dorado, la sala para los bebés se va poblando. Es recién un ensayo, las funciones comienzan el sábado, pero esto que sucede es de algún modo un pre estreno. Cerca de 25 madres y padres llegan al Colón con sus hijos en los carritos de bebé. Hace un rato terminó la primera función, para bebés de entre 3 y 9 meses, y está por comenzar una para aquellos entre 10 y 18 (más tarde, será el turno de los de entre 19 meses y 2 años).
La imagen es ciertamente extraña: apenas llegar al Teatro, los bebés son liberados en el piso alfombrado del foyer y empiezan a gatear escaleras arriba. Los miramos desde el primer piso, parece una escena de ¿Mirá quién habla?, aquella película de los noventa protagonizada por un bebé que pensaba como un adulto.
La orquesta está compuesta por dos pianos, un pequeñísimo piano ("un piano bebé"), un cello, una flauta, una celesta y un xilofón. Además, un director, una presentadora y una bailarina. ¿Su auditorio? El piso del Salón Dorado recubierto de una colchoneta de plástico y un montón de almohadones y juguetes para los espectadores. Allí se acomodan los 25 bebés que llegan con su padres (hay, en rigor, 3 padres y más de 20 madres). Todos los adultos se sacan los zapatos para entrar. Entonces, suena la primera nota.
"Mi primer recuerdo musical es acá en el teatro Colón a los 5 años", dice Alcaraz, que mira todo con una emocionalidad medida, como si tuviera que mantenerse seria. "En cuanto me pienso como nena, me acuerdo del Teatro Colón y de las historias que me contaba mi abuela de este palacio, porque era un Palacio de Princesas. Y aún hoy busco las princesas en cada rincón", dice.
-Estamos en un tiempo en el que está muy en discusión la figura de las princesas, sobre todo por los movimientos feministas. Y usted es la primera directora mujer del Colón. ¿Su primera princesa?
-No, para ser algo… ¡soy reina! Y respecto a lo otro, creo que la imaginación de los chicos hay que dejarla en absoluta libertad. La que quiera ser princesa que sea princesa, el que quiera ser príncipe que sea príncipe, y el que quiera ser el ogro o la buena o la mala de cada una de las historia tiene que poder serlo. Hay momentos en el juego en el que uno es una princesa, al rato es el ogro, después hace de árbol, de mariposa o de flor. Con esto lo que quiero decir es que en el arte y la cultura no tiene que haber límites porque la diversidad es parte esencial. Y el respeto por lo que elije cada uno es fundamental. Quienes trabajamos en la gestión de la cultura tenemos que tener esto muy claro, muy internalizado, y continuamente estar pasando el radar para que nadie se quede afuera, ni como público, ni como artista.
La presentadora toma la palabra y dice: "Todo está permitido en esta función: reír, llorar, hablar, gritar…Todo es parte de pasar algo por primera vez por el corazón".
Luego, la orquesta comienza a presentar sus instrumentos. Los chicos miran atentos y desatentos. Cada tanto, un sonido les llama la atención, los atrapa. En otros momentos, gatean anárquicos por la alfombra de plástico. De eso se trata, explican, e introducen un pequeño piano a su medida. Los chicos se abalanzan sobre él, se acercan a tocarlo. ¿Hay alguien sintiendo la magia por primera vez? ¿Qué atraviesa por primera vez por sus corazones?
Suena El Carnaval de los animales, de Camille Saint-Saëns, y los adultos hacen fotos de sus hijos y videos. Luego viene un vals: niños en brazos, bailan. Minutos después, una bailarina entra en escena y conquista la atención. Les dan un tul a cada uno y se sorprenden con que la realidad, al otro lado de la tela, parece pintada de un color distinto.
"Los bebés y los chicos se portan muy bien", dice Alcaraz. "Que un nene le pregunte algo a su mamá en voz más alta de lo normal no es malo. Es parte del entrenamiento. Como cuando uno le da una pelota a un bebé y quiere que juegue al fútbol y en determinado momento el chico la agarra con la mano. Bueno, hay que darle tiempo. Ya va a saber que solamente hay que patearla. Acá pasa lo mismo, hay que darle el tiempo y el espacio, ellos lo saben aprovechar", explica.
Después de cincuenta minutos, la función llega a su fin. Nadie parece querer irse, ni los padres ni los hijos. "Muy buena experiencia. Pensamos que no se la iban a aguantar y estuvieron felices las dos", dicen Florencia y Catalina, madres de Julia y Marina. "Soy maestra jardinera y sé que la música estimula. En casa siempre le hago escuchar. Me encantó el espectáculo, estaba todo muy acondicionado", dice Eli, madre de Milagros. Para Gastón, padre de Vito, la música también es omnipresente: "Se despierta con música, juega con música, y se va a dormir con música". Es uno de los pocos padres que está en la función. Su hijo tiene 10 meses y mientras charlamos no nos mira ni un segundo, solo está atento a la música, como si lo hipnotizara.
"Me llena de ternura verlos escuchar. Ojalá dé sus frutos", dice Leonardo Marconi, el pianista de la función. Tiene dos hijas, una de 13 y una de 20, pero a ninguna se le dio por continuar su vocación. Está vestido de época mientras toca el piano. En pocos minutos, cuando llegue la nueva tanda de bebés, volverá a concentrarse en su instrumento. Se lo ve feliz. Él también, como cada músico, como cada uno de los que presenciamos el momento, estamos atravesando por el corazón algo por primera vez.
Más información
Funciones:
Sábado 22, domingo 23, sábado 29 y domingo 30 de junio.
Salón Dorado, ingreso por calle Libertad 621.
Cronograma de niveles y horarios
De 3 a 9 meses, 10:00 horas.
De 10 a 18 meses, 12:00 horas.
De 19 meses a 2 años, 14:00 horas.
A partir del lunes 10 de junio los tickets se encontrarán a la venta en la boletería del Teatro Colón, Tucumán 1171 (4378-7109), de lunes a sábado, de 9:00 a 20:00 horas y domingo de 9:00 a 17:00 horas. O por internet ingresando a: www.teatrocolon.org.ar.
Tickets y Valores
1 adulto + 1 niño: $800
2 adultos + 1 niño: $1200
Para consultas e informes llamar de 10:00 a 18:00 horas al (11) 4378 7366
O bien escribir a: colonparabebes@teatrocolon.org.ar