Entrevista y presentación de libro
Tomás Eliaschev: “La grieta fortaleció la posibilidad de organizarse en las redacciones”
LA PLATA, 07-06-2019 | PUBLICADO POR REDACCIÓN
El periodista Tomás Eliaschev presenta este viernes el libro No nos callan nunca más donde rescata el recorrido de las luchas colectivas entre los trabajadores de prensa.
Por Federico Amigo
El lugar de la presentación de No nos callan nunca más, el primer libro
del periodista Tomás Eliaschev, define el terreno investigado por la
obra. Se presentará este viernes a las 19:30 antes de la fiesta del
Sindicato de Prensa de Buenos Aires en el Hotel Castelar porque en
definitiva el libro recorre las historias, los debates y las conquistas
recientes que le dan vida al sindicato. No nos callan nunca más trata de
rescatar los actos de resistencia que pusieron en discusión el
contenido de los medios desde las redacciones a partir de la voz acaso
más silenciada por los patrones de la comunicación: la de los
trabajadores.
-¿Cómo surge el libro?
-En la última
década, la cuestión de los medios de comunicación forma parte del debate
político y de las discusiones que se dan en la sociedad, pero no
aparece el sujeto del trabajador de prensa. Veníamos de protagonizar una
experiencia de reconstrucción de los lazos solidarios en las
redacciones en algo elemental como reconocerse trabajadores, pelear por
las paritarias de prensa y alumbrar el nacimiento de un nuevo sindicato
de las bases. Esa noticia está desdibujada si se revisa la cobertura de
la gran mayoría de los medios de comunicación, sobre todo los
comerciales y monopólicos. Entonces, aparece la necesidad de contar y
decir que dentro de las redacciones hay discusiones, grietas, rupturas e
intersticios en donde el discurso de los dueños o funcionarios a cargo
son discutidos. Más allá de que no son todas las discusiones que
quisiéramos, son un montón los casos en los que los trabajadores de
prensa a través de la herramienta gremial debaten contenidos
periodísticos. Si no somos los propios trabajadores de prensa los que
contamos esta historia nadie la cuenta.
-El debate de los
contenidos parece periférico en función de los despidos y la crisis. Sin
embargo, la compilación demuestra que hubo muchos avances en el último
tiempo.
-No hay que idealizar. La organización sindical tiene que ver
con pelear una porción de la torta con los dueño, reducir en algún
margen la explotación que se sufre. Es lo esencial para cualquier
sindicato y organización colectiva. Pero así como los Metrodelegados
discuten qué transporte quieren, los trabajadores de prensa tenemos que
discutir qué periodismo se hace y al servicio de quiénes están los
medios. A la par de la gran crisis del periodismo, de la masacre en
términos de despidos y cierre de medios, surge el debate de qué
periodismo se hace incluso mientras los compañeros y compañeros piensan
cómo mantener su sustento. No es solamente discutir qué pasa con
nuestros puestos de trabajo sino qué pasa con la comunicación. No hay
que verlo como realidades que se contraponen, sino que son parte de la
misma lucha. Por ejemplo, la línea de Página 12 es señalar que el
salario no alcanza, que la inflación va por el ascensor y los sueldos
por el piso. Sin embargo, la patronal no cumple con la paritaria y entra
en flagrante contradicción con su línea editorial. Por eso es oportuno
también discutir la línea editorial para conseguir conquistas
salariales.
-¿Era indispensable contar la historia del sindicato?
-A
medida que fui investigando la historia de los diferentes medios
nacionales situados en Buenos Aires surge que todo eso confluye en una
misma herramienta gremial que es el SiPreBA. En ese sentido, era natural
que apareciera la información elemental de cómo se fue construyendo el
sindicato que es joven y falta un trecho para contar su historia.
Aparece el hilo rojo de la historia. Somos de una generación que empezó a
militar desde el conflicto de Crítica en 2010, de Perfil en 2007 o en
las paritarias-prensa de 2012-13 y a veces entendíamos que estábamos
inventando la pólvora porque era muy alto el grado de devastación
sindical y ausencia de cuadros.
-¿En qué se manifiesta esta nueva generación?
-Es
la que llega a los medios cuando hay crecimiento en los puestos de
trabajo. Cuando el gobierno kirchnerista rompe con el Grupo Clarín y
aparece una discusión sobre el rol de los medios en la sociedad. Para
bien o para mal, la grieta fortaleció mucho la posibilidad de
organizarse en las redacciones. Dio margen para que los compañeros en
Clarín pudiesen recuperar su organización interna y nos hizo pensar cuál
era nuestro lugar. Si había una grita entre medios oficialistas y
opositores, ¿cuál era el lugar de los trabajadores? La foto de los
trabajadores de Clarín y los de Tiempo bajo un mismo reclamo, por
ejemplo, tenía una potencia significativa. Sin saberlo, la nueva
generación recuperó experiencias anteriores relacionadas a reconocernos
como trabajadores y dotarnos de la organización sindical sobre todo para
no aceptar prepoteadas. También fue favorable la aparición de las redes
sociales porque somos una generación que puede denunciar una censura o
acto de prepotencia patronal a través de un tweet.
-Como pasó con el editorial de La Nación en 2015.
-Si
bien el efecto cadena se produce cuando un grupo de compañeras y
compañeros cuestionan el editorial “No más venganza” en twitter, el
efecto político trascendente lo da la organización sindical y la
posibilidad de hacer una asamblea en la redacción en el seno del diario
más aristocrática. Es muy significativo. Lo de las redes es importante
porque genera apoyo, pero el factor clave es el elemento colectivo.
-¿Por qué decidiste incluir un dossier de comunicados?
-Me
parecía interesante ver de conjunto esos textos cuyos autores son
delegados y compañeros. Sin conocer los otros textos, se elabora una
posición común con comunicados que cuestionan la línea porque hay
censura, tergiversación o se daña la cobertura informativa. El gran
momento que nos permite cuestionar los contenidos de los medios tiene
que ver con las temáticas de los derechos humanos. Es la gran bandera
que organiza el trabajo durante estos años. El libro está organizado en
función de los derechos humanos porque la mayor parte de los
cuestionamientos tienen que ver con la dictadura, la protesta social, la
desaparición de Santiago Maldonado o las agresiones contra los
trabajadores de prensa. Intentamos generar un periodismo desde las
redacciones con estrategias comunicacionales que le sirvan a otros
trabajadores. Es muy importante que se conozca que en Canal 13 o TN hay
compañeros que se juntan y que gracias a la organización sindical pueden
publicar una revista que cuestiona al medio en el que trabajan. Es
destacable porque quien hace el cuestionamiento pone en riesgo su
trabajo y su comodidad. El libro trata de trazar un campo de estudio que
no está demasiado explotado: la realidad dentro de las redacciones.
-¿Cuál es el balance de la experiencia de estos últimos años?
-El
pesimismo de la razón nos indica que se perdieron miles de puestos de
trabajo, cerraron medios a ambos lados de la grieta y quienes vaciaron a
esos medios tienen una impunidad absoluta. Pero la organización ha
logrado revertir el conflicto de Télam donde la empresa no ha podido
avanzar con el desguace y hay una resistencia heroica. Lo mismo sucede
en la TV Pública donde los trabajadores le ponen un tope a las
presiones. Aún con todas las dificultades, hay experiencias y triunfos
valiosos como Tiempo, Clarín o la TV Pública. Todo el trabajo de
cuestionamiento editorial termina redundando en acciones concretas y es
una gran noticia. Hay que tener cuidado con el discurso de la
desesperanza y del fin del periodismo. Va a seguir siendo necesaria la
existencia de estructuras colectivas para la tarea periodística porque
no se puede desarrollar todo en forma robótica y virtual. El supuesto
modelo basado en la tecnología no garantiza calidad informativa ni
democracia comunicacional. Es un momento para reivindicar el periodismo y
nadie mejor que nosotros para decir que acá se necesita muchos más
puestos de trabajo y diversidad de voces.
-El título es una consigna de una canción cantada en diferentes marchas. ¿Por qué no nos callan nunca más?
-Es
un enunciado optimista porque creo que hubo un intento de
silenciamiento que no se produjo. A medida que iba escribiendo el libro
aparecían conflictos que ratificaban la orientación. Por ejemplo, Télam.
El estado destinó todo tipo de recursos para despedir a 357
trabajadores. Sin embargo, dieron la disputa, hicieron un sitio, eventos
culturales y finalmente lograron una victoria. Fue una disputa
política, sindical y comunicacional que demuestra que no nos callaron.
Creen haberse comprado el periodismo, pero no nos van a poder expropiar
el derecho a informar porque es de los pueblos. Los patrones se
aprovechan de la pasión, de lo hermoso del oficio, de la necesidad de
contar que tenemos para pagarnos sueldos de miseria y precarizar. Nos
han callado porque nos hicieron pensar que no valemos la pena. Hoy en la
calle se asocia al periodista con un lobbysta o con un showman
televisivo que no desarrolla el oficio. Esas caras conocidas hacen lobby
en función de intereses que nadie tienen que ver con la información o
los ciudadanos. Pero el periodismo está en otro lado. Es importante
rescatar la voz del periodismo anónimo y colectivo que se ha hecho
presente en las luchas que venimos dando los últimos años. (tiempoar)