En un mapa virtual de Sicilia, en el corazón de Italia, hay tres marcadores verdes que determinan la presencia de los azulejos por la memoria. Uno de ellos es de María Silvia Olivera Palermo, que posa para la foto, sonriente y se ve, detrás de ella, la pieza con el pañuelo blanco sobre un fondo de tonos anaranjados y rojos empotrado en la fachada.
Los marcadores están en Italia pero también en Estados Unidos, Guatemala, España, Chile, Brasil y Colombia: se trata de un mapa interactivo que se puede encontrar en redes sociales pero también tiene su correlato real, cientos de miles de piezas elaboradas en mosaico por "30 mil pañuelos por la memoria" que ocupan los frentes de las casas de distintas personas en nuestro país y también en el exterior.
Hay de colores, cuadraditos, todos blancos, redondeados y hasta triangulares: los azulejos de este proyecto autogestivo están elaborados de manera artesanal bajo la técnica del mosaiquismo y especialmente diseñados para estar empotrados en los frentes de los hogares.
El comienzo de la idea
El proyecto fue idea y obra de Marcela Sanmartino Carranza, que vive en La Plata y es sobrina de Cecilia y Adriana Carranza, dos mujeres desaparecidas que fueron secuestradas en mayo de 1976, a sus 18 años. En 2018 estaba en su casa enseñándole mosaiquismo a unas amigas cuando pensaron, en conjunto, esta idea de hacer una pieza con un pañuelo blanco para colocar en el frente de su propia casa.
"Estábamos viviendo una época de negacionismo, para ese momento ya hacía unos años que yo hacía mosaico. Decidimos para ese mismo 24 de marzo hacer algunos pañuelos para colocar en una biblioteca y en nuestras casas, y también para regalar a familiares de desaparecidos que conocíamos", cuenta a Télam Sanmartino Carranza.
El 22 de marzo de ese año colocaron el primer azulejo y para el 25 marzo ya habían comenzado a armar un sitio en Facebook para difundir y poder llegar más allá de los amigos y conocidos. "En ese momento nos pareció que lo fundamental era que estuvieran pegados en los frentes de las casas, como un modo de visibilización real", explica Sanmartino Carranza.
"Pensé el mapa como un gran mural. El país como una gran pared y los pañuelos, parte de un mural. No nos importa tanto el mapa virtual como el verdadero mapa, el real: que uno vaya viendo en distintos lugares los pañuelos marca que hay mucha gente con memoria, que hay mucha gente que comparte ideales a pesar de diferencias partidarias. Muestra en definitiva que la dictadura y la desaparición de toda una generación está marcada en todos y todas", reflexiona Sanmartino Carranza.
Lo fundamental de este proyecto es que el pañuelo icónico de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo quede bien definido y visible. Por otro lado es muy importante que la pieza sea resistente al paso del tiempo y los avatares del clima, por eso el mosaico es ideal, aunque también hay colaboradores que realizan las piezas con cerámica, cemento e incluso vitrofusión.
"Cada técnica lleva su tiempo. En mosaico la primera etapa, que es el armado y pegado, requiere entre dos y tres horas. Después se deja secar un día, se empastina en unos diez minutos y luego otros diez minutos de limpieza. En cerámica los tiempos son diferentes, pero hay piezas que pasan hasta dos veces por el horno, según el tipo de esmaltado", explica Sanmartino Carranza sobre el proceso creativo.