El que espera, desespera
Arcipreste de Hita, en el siglo XIV, fue uno de los primeros que aludió al tema en su Libro de buen amor, o de los cantares: “Mensaje que mucho tarda, a muchos hombres demuele”, sentenció.
Trescientos años después, Miguel de Cervantes calmaba la ansiedad de Don Quijote haciéndolo reflexionar: “Siempre lo bueno se hace esperar”...
Ya en el siglo XIX, Gustave Flaubert aconsejaba al respecto: “Hay que saber esperar cuando se está desesperado, y andar cuando se espera”... “Hay que”, “Hay que”, claro, es fácil enunciar “lo que hay que, “lo que se debe”, después “hay que” ver, en cada caso, hasta dónde se puede... ¿La enseñanza de este refrán? ¡Cultivar la paciencia! “Perder la paciencia es perder la batalla”, decía Gandhi. ¡Y era pacifista!... A mediados del siglo XX, el gran irlandés Samuel Beckett revolucionó el teatro contemporáneo con “Esperando a Godot”. Allí, Vladimiro y Estragón, dos errabundos, por así llamarlos, esperan al que nunca vendrá; por momentos, con paciencia de limbo, en otros, aparece la desesperación y pelean...
Cada tanto, Estragón dice: Vayámonos. Y Vladimiro: No podemos. Y Estragón: ¿Por qué? Y Vladimiro: Porque estamos esperando a Godot... ¡Ah!... Y si Godot no viene hoy, ellos volverán mañana, y si mañana no aparece volverán pasado mañana, y así sucesivamente... Por supuesto, Godot es un personaje que no aparece en la obra. Ni medio paso hay que dar para identificarse con Vladimiro y Estragón y ese esperar en vano que es, finalmente, la vida, desesperaciones más o menos...
Hace pocos días, el humorista Tute dibujó un hombre sentado, brazos rígidos, mirando un punto fijo, en el globito se leía: Esperando a que pase lo que esperaba... Envidiable la paciencia del tipo del dibujito... ¡Hace 38 minutos que espero el 15 y no viene, estoy desesperaaado, me quiero mataaar!... (Telam).-