La causa abusos y vejaciones fue archivada

Preocupación por llegada a Tolosa del cura Eduardo Lorenzo, confesor de Grassi y con denuncia de "torturas psicológicas y acoso sexual" en un colegio católico de Gonnet

LA PLATA, 10-01-2019 | PUBLICADO POR REDACCIÓN

Preocupación en la comunidad católica de la  Iglesia Nuestra Señora del Carmen por la llegada del el presbítero Eduardo Lorenzo acusado por torturas psicológicas y acoso sexual  a un alumno del colegio Concilio Vaticano II de Gonnet. Fue el confesor del "pedófilo" padre Grassi.


El arzobispo de La Plata Víctor Manuel Fernández dispuso el cambio de sacerdotes en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, ubicada en calle 115 entre 530 y 531.

Entre febrero y marzo llegará el presbítero Eduardo Lorenzo en reemplazo del sampedrino Julio Cesar Veliche, quien fue nombrado párroco en Nuestra Señora de la Paz (4 y 611). Además, Daniel Martínez será el nuevo vicario de la institución tolosana.

Si la noticia fuera sólo esa no tendría demasiada trascendencia más que para la comunidad educativa del establecimiento tolosano. Sin embargo, la polémica y la preocupación se desató cuando a través del sitio La Izquierda a Diario se conoció que sobre el sacerdote pesa no solamente el antecedente de haber sido el confesor de Julio César Grassi como capellán del Servicio Penitenciario Bonaerense sino que además sobre él mismo una causa penal archivada por torturas psicológicas sobre un joven estudiante del colegio Concilio Vaticano II de Gonnet.

Lorenzo asumió como  Capellán General del Servicio Penitenciario Bonaerense  en 1990, apenas dos años después de ser ordenado cura en La Plata por el reaccionario obispo, monseñor Antonio Quarracino. Desde entonces, además de capellán carcelero, tuvo a su cargo parroquias de Berisso, Olmos, Los Hornos, La Plata y Gonnet. Y es representante legal de varios colegios, capellán de los scouts, del cementerio de Berisso y de la Asociación de Guías Argentinas y hasta vicepresidente de los Foros de Seguridad de Olmos.

En diálogo con el medio digital "Ciudad Capital" desde la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico en el país, explicaron que “el caso Lorenzo llegó a consulta a la Red, de parte de quien tenía la guarda en su momento del menor abusado, se hizo la denuncia penal. Este señor no es inocente no porque no lo haya cometido sino por cuestiones procesales. En sede eclesiástica, hicimos la presentación ante el Arzobispado de La Plata que curiosamente fue contestado por el presbítero Javier Fronza donde como de costumbre la Iglesia contesta con una fórmula impune, en concordato con la Santa Sede a espaldas de cualquier garantía procesal y la respuesta es que no encontraron mérito para juzgar y condenar, claramente la respuesta hay que tomarla con pinzas porque hablamos de una parodia de procedimiento penal donde sacerdotes juzgan a sacerdotes”.

La víctima era un joven rescatado de la calle, donde pasó casi toda su infancia. Su tutor (un hombre que se hacía llamar “su padrino”), fue quien se compadeció de él, lo llevó a su casa, le dio de comer y vestir y lo hizo estudiar. El error que cometió fue sumar a esas tareas la participación activa en la parroquia Inmaculada Madre de Dios. Allí lo recibió Lorenzo, quien apenas lo vio habrá pensado “presa fácil”.

Luego de que el joven intentara suicidarse, y enterado de las razones que lo llevaron a tan trágica determinación, el “padrino” radicó una denuncia penal contra Eduardo Lorenzo por abusos y vejaciones, los que habrían "ido desde lo estrictamente sexual hasta torturas psicológicas para lograr un sometimiento moral".

“El caso Lorenzo ha quedado en lo nebuloso, por cuestiones políticas va trepando, y de la mano del nuevo obispo platense mano derecha de Bergoglio, hay que alertar a los papas y mamás, y que den a conocer este antecedente ante las autoridades, lo cual  no implica hacer juicio de valor, sino una función preventiva”, aseveraron.

La causa penal contra Lorenzo, la número 25.601, fue archivada por la jueza Ana Medina pocos meses después de abierta. Quienes conocen el expediente tienen muchas dudas alrededor del proceso de instrucción. Y lo que es más grave, la decisión judicial de archivarla fue lo que le hizo tomar impulso a Lorenzo para contraatacar sobre quienes se habían animado a expresar sus sospechas y hacerle frente.

Vale decir que una causa archivada no es una sentencia de absolución ni mucho menos. El caso no pudo ser (o no se quiso que fuera) resuelto y entonces quedó como detenido en el tiempo. Ni culpable ni inocente. Es decir, sin verdad ni justicia.

Con el archivado procesal, el cura se hizo de una cobertura sólida de parte de sus pares y de algunos de sus empleados, quienes se confabularon para desmoralizar e incentivar al silencio a las madres y los padres que no creían ni un ápice en esa fachada. (Ciudad Capital)