El 4 de noviembre es de 1967, en el mítico Estadio Centenario de Montevideo, Racing Club de Avellaneda venció por la mínima diferencia al Celtic de Glasgow con el recordado golazo del "Chango" Cárdenas y obtuvo la Copa Intercontinental. De esta forma la Academia se convirtió en el primer cuadro argentino en obtener un título mundial.
Los hinchas que tuvieron el privilegio y el placer de ver al Equipo de José campeón del mundo, celebraron ese histórico triunfo a lo grande, a lo mejor sin saber que ese mismo día comenzaba la decadencia. La Academia había llegado a la cima del mundo, ya no había más torneos por ganar. Ya no había incentivos.
Nadie le reguló nada a Racing para llegar a ser campeón intercontinental. Tan sólo dos años antes el equipo tenía un nivel de juego paupérrimo y en la caja del club no había ni un peso partido al medio. De pronto, sucedió el milagro. Juan José Pizzuti asumió como entrenador, armó el equipo con los jugadores que tenía y salieron campeones invictos en 1966. En 1967 fueron campeones de América y del mundo.
Lo que siguió es una historia conicida: tardó 35 años en volver a salir campeón, en el medio se fue al descenso y por si algo faltaba, en 1999 la justicia decretó la quiebra del club. Lo más curioso es que en el mismo período de tiempo la Argentina vivió el Rodrigazo, la crisis del Austral, la hiperinflación, el 1a1 y la crisis terminal de 2001. Paradojicamente, mientras el país se caía a pedazos, Racing volvió a ser campeón después de mucho tiempo.
Este tramo de la historia de Racing puede resumirse en un verso de la recordada canción "La argentinidad al palo", de la Bersuit vergarabat, que dice: "Podemos ser lo mejor o también lo peor con la misma facilidad". La canción no habla de Racing, habla de la Argentina.
Este país es una montaña rusa en forma permanente. Cuando las cosas salen bien, solemos afirmar que Dios es argentino. Pero cuando algo empieza a fallar nos acordamos del abuelo italiano o español y empezamos a mover cielo y tierra para tramitar el pasaporte europeo, aunque sea por las dudas.
Racing es la metáfora perfecta del país imperfecto. Racing Club representa, tal vez como ninguna institución deportiva, la idiosincrasia de los argentinos: la tensión permanente entre un pasado glorioso, un presente difícil y un futuro incierto.
(*) Bachiller Universitario en Derecho.