La desigualdad socioeconómica de los estudiantes incide en su capacidad de aprendizaje. Así lo confirma el más reciente informe del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Universidad de Belgrano, que toma como base los resultados de la Prueba Aprender 2021, mediante la cual el Ministerio de Educación evaluó el nivel de conocimientos de alumnos del sexto grado primario de nuestro país.
“Según la media nacional, el 25,5% de los alumnos de nivel socioeconómico alto obtuvo en Matemática un desempeño ‘Básico’ o ‘Por debajo del básico’. Mientras tanto, el 68,1% de los alumnos pertenecientes a familias de nivel socioeconómico bajo logró esos rendimientos no satisfactorios”, subrayó Alieto Guadagni, director del CEA.
Estas cifras corresponden al promedio de las 24 provincias, pero el contraste de los distritos también revela una desigualdad todavía mayor. Por ejemplo, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el 19,9% de los estudiantes de escuelas de gestión privada fue evaluado en los niveles “Básico” o “Por debajo del básico”. Mientras tanto, el 64,4% de los alumnos de escuelas de gestión estatal de la provincia de Catamarca quedó dentro de esas categorías.
“Los efectos negativos en la educación que ocasionó la pandemia del COVID-19 son evidentes. También lo son las diferencias entre provincias y según el nivel socioeconómico de los estudiantes. Los más perjudicados son aquellos pertenecientes a familias más vulnerables. De hecho, en todos los casos, los resultados son peores en los estudiantes que no sólo atraviesan mayores dificultades y carencias de herramientas, sino en aquellos cuyos padres no pudieron avanzar en sus estudios”, explicó Guadagni.
“Nuestra escuela no está quebrando el círculo negativo de la reproducción intergeneracional de la pobreza, ya que el nivel de conocimientos de los alumnos depende esencialmente del nivel socioeconómico de sus padres. Por ello, se debe actuar lo antes posible para brindar la ayuda correcta a los jóvenes más necesitados, otorgando herramientas efectivas para mejorar su situación educativa y, al mismo tiempo, favorecer la educación de las generaciones futuras. Sin una buena escuela para todos, la justicia social no existe”, completó el especialista.