Opinión sobre la efeméride de la Batalla de Caseros

"3 de febrero de 1852, el día que cambió la historia argentina para siempre"

LA PLATA, 03-02-2022 | PUBLICADO POR REDACCIÓN

Por Gustavo Gabriel Zandonadi (*) @GustavoZandon11


Habían pasado más de cuatro décadas desde el rompimiento de la institución virreinal, sin embargo la clase política era incapaz de organizar el Estado sobre las premisas de un orden jurídico fundamental para asegurar una convivenvia pacifica. La situación estalló en la Batalla de Caseros. Las consecuencias fueron la caída de Rosas, la secesión de Buenos Aires, la sanción de la Constitución del 53 y la elección de Urquiza como presidente, un mandatario que los porteños percibían como extranjero.

¿Por qué el 3 de febrero cambió la historia para siempre?

Juan Manuel de Rosas gobernó con mano de hierro la Provincia de Buenos Aires, sobre todo en su segundo mandato, entre 1835 y 1852. Beneficiado por la geografía, controlaba el puerto y las rentas de la aduana. Tener el puerto de bonaerense bajo control le daba un enorme poder. Con una mera decisión administrativa podía sellar el destino del interior. El secreto de su poder estaba en mantener al interior del país económicamente postergado y políticamente dividido. Precisamente ese era su principal argumento para negarse a convocar una asamblea constituyente para organizar jurídicamente al Estado: según su análisis, primero había que superar esas diferencias antes de empeñarse en redactar un libro que de por sí no iba a solucionar nada. 

Todo cambió el 3 de febrero con su caída. Había tantos rencores acumulados a lo largo de su largo período que prefirió exiliarse para salvar su pellejo. Se embarcó rumbo a Inglaterra y no volvió a pisar suelo argentino. Los días que vinieron después fueron duros y aciagos. Buenos Aires fue intervenida por Urquiza, que nombró gobernador a Vicente Lopez, ex presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata y autor de la letra del himno nacional. Paralelamente Urquiza convocó a las provincias a un acuerdo en la ciudad de San Nicolas para sentar las bases de la futura constitución nacional. Lopez firmó el pacto en representación de Buenos Aires pero los porteños, al ver que su provincia no tenía posibilidades de imponerse sobre las demás, lo derrotaron. Buenos Aires se sumergió en un nuevo periodo de inestabilidad política que culminó en la Revolución del 11 de septiembre de 1852 por la cuál abandonó la Confederación Argentina.

Desde entonces y por espacio de una década, hubo dos paises: la Confederación Argentina por un lado, conformada por todas las provincias existentes en ese momento, con capital en Parana y bajo el liderazgo de Justo José de Urquiza y el Estado de Buenos Aires por el otro, bajo la creciente influencia de Bartolome Mitre y con el el Río de la Plata bajo su dominio. La Confederación reunió al Congreso General Constituyente y sancionó su Constitución el 1 de mayo de 1853. 

Por su parte los bonaerenses también tuvieron su propia Constitución del Estado de Buenos Aires, vigente desde el 11 de abril de 1854, que en sus primeros artículos dejaba bien claro que no aceptaban la dominación de ningún mandatario extranjero, en clara referencia al caudillo entrerriano, quién fue elegido como primer  presidente de la Confederación en 1854.

¿Cómo llegamos a esto?

El Virreinato del Río de la Plata dejó de existir para siempre el 25 de mayo de 1810. Se desató un periodo de ciega violencia que comenzó con el fusilamiento del ex virrey Santiago de Liniers y continuó con una década de inestabilidad política signada por un sinfín de gobiernos débiles y efímeros, surgidos por la fuerza de las armas. El período revolucionario culminó en 1820. Durante un tiempo hubo una paz precaria, que llegó a su fin con la Guerra del Brasil y a su término, el fusilamiento de Manuel Dorrego, a manos del general Lavalle. El retorno de la violencia hizo madurar la idea de contar con un gobierno fuerte que haga sentir el peso de su autoridad. Así llegó, y para eso, Juan Manuel de Rosas. 

El Restaurador de las leyes tal como se lo comenzó a llamar, gobernó durante tres años y al finalizar su mandato marchó a la Campaña del Desierto para enfrentar a los indios. Mientras esto ocurría en los últimos confines de la civilización, en Buenos Aires, encabezados por Encarnación Ezcurra, los partidarios rosistas se dedicaron a desestabilizar a todos los gobernadores con la finalidad de hacer posible el retorno de su líder a la primera magistratura. Tres años después vuelve a ser electo gobernador pero lentamente le imprimió a su gobierno un tinte autoritario. La condición que puso Rosas para aceptar el cargo fue que la Sala de Representantes delegue en su persona facultades extraordinarias. Los legisladores aceptaron y de esta forma el caudillo bonaerense asumió funciones ejecutivas, legislativas y judiciales, concentrando en su persona la Suma del Poder Público.

La persecución a opositores (que debieron optar entre el exilio o la conversión al rosismo para salvar su vida), los crímenes políticos y la sangre a granel se volvieron moneda corriente. Por si algo faltaba, desde el final de la Guerra del Brasil no había un poder ejecutivo nacional, por lo tanto el gobernador bonaerense tenía en sus manos la política exterior de las Provincias Unidas. Ese delegación de facultades era renovada año a año por la Legislatura. El artilugio de Rosas siempre era el mismo: llegaba diciembre y presentaba su renuncia indeclinable argumentando razones de salud. El cuerpo legislativo renovaba la confianza en el mandatario, y todo seguía como siempre. Así fue hasta 1851. Ese año las cosas no fueron iguales. Justo José de Urquiza, gobernador de Entre Ríos, aceptó la renuncia de Rosas. Al mismo tiempo se dedicó a preparar las tropas del Ejército Grande (nutriendose para ello de elementos brasileros, uruguayos y argentinos disidentes) para avanzar sobre Buenos Aires.
 
Mientras tanto Rosas esperaba en Caseros. El enfrentamiento tuvo lugar el 3 de febrero de 1852 en horas de la mañana, en terrenos donde hoy se ubica el Colegio Militar de la Nación. Ese día 24.000 aliados (de los cuales 3500 eran brasileros y 1500 uruguayos) se batieron contra 23.000 porteños. Los vencedores subieron 300 bajas, al tiempo que los vencidos contabilizaron alrededor de 1500. 

Ese día marcó el fin de una etapa caudillesca y el inicio de un largo camino que culminó en la búsqueda de un país unificado y abierto al futuro promisorio que pacientemente le aguardaba y que 170 años todavía los argentinos no hemos encontrado la forma de construirlo.

Ése fue el nacimiento de la Argentina institucionalizada que no pudo superar la grieta entre el puerto y el interior.

(*) Bachiller Universitario en Derecho. Estudiante de Periodismo en la Escuela de Comunicación de Editorial Perfil.

Nota de opinión de 3 de febrero de 2022 exclusiva para Cadena BA y Diario Platense.